Capítulo 5: EROS (en torno al desamor)
HASTÍO
Se amaron apasionadamente la noche en que llegaron a esa casa
hoy convertida en ruinas.
Dejaron de añorar aquel momento de plenitud
cuando la leña no alimentó ya más el hogar en el que el fuego ardía.
Se hicieron opacas las ventanas, desvencijados los portones,
Y el cierzo entró para llevarse presto la ternura.
Solo quedó el hastío,
se hizo infiel el recuerdo
y un pájaro llegó para sembrar la culpa
convocando la ruina.
DOLOROSA AUSENCIA
Como Othar* furioso
tu ausencia pisotea el huerto de hojas secas
que hoy son mis sentimientos.
Yermo espacio sin luz, albañal de mi dicha,
en otro tiempo fue granero de embelesos y risas.
No sé si lo recuerdas todavía
pues todo lo perdimos hace tiempo.
¿Fue mi egoísmo?
¿Fue tu desamor?
¿Acaso fue el cansancio, perdida la ilusión,
quien propuso el olvido?
Pero yo no olvidé.
Y así
encaneció la tarde mas no murió el recuerdo,
que vívido se hace, en tu presente ausencia,
mi único consuelo.
* Othar: nombre que recibió el caballo de Atila
EGOISMO
Si ese sentimiento al que llamas amor no te hace libre,
busca para él un nombre nuevo, veraz, alternativo.
Pero debes pensar que nadie podrá socorrerte en ese empeño,
pues llena está la Historia de quienes pretendieron lo contrario
tratando de encontrar los argumentos
para llamar amor al egoísmo que los hacía esclavos.
AÑORANZA
Recuerdas hoy esa perturbación que te embargaba
cuando, mirando de soslayo, la observabas.
No puedes evocar con precisión su rostro,
ni su perfil esbelto,
ni el candor de su risa,
ni el aroma con el que perfumaba sus pasos al andar
-que siempre te parecieron una danza-.
Recuerdas, sí, que ese mareo torpe
(que suponías era la lucha entre el deseo y el respeto
y que hoy consideras solamente deseo reprimido)
ocupaba tus sentimientos y tus horas.
Pasó hace muchos años, te repites venciendo la añoranza.
¿Por qué la memoria- te preguntas-
conserva con celo siempre los fracasos?
Hoy sabes que esa ansiedad –extraña paradoja-
se hizo arbotante que te fijó al dolor en ocasiones,
y otras veces fue vela de mesana
que te hizo navegar con viento favorable.
INFIDELIDAD (II)
Como notas invertidas
pautaban los carámbanos la sinfonía del frío
cuando todavía en los árboles
lloraban las hojas el brillo perdido.
Como víctima liberada la vi marchar sin volver la cabeza.
Nunca llegué a saber si lloraba o maldecía
recorriendo la senda que la alejaba para siempre.
La verdad, esa conspiradora,
había disuelto su decepción
en la huellas húmedas de los sueños rotos.
Tras esa visión supe
que mi infidelidad me abocaba
a vivir la soledad de los espectros.
Sangre de nieve
son tus versos
preñados de repoches.